Número 30

25 de Março de 2023

SEPARATA OSSO 3

Seis poemas de Azul el agua, La Bella Varsovia, 2022

AMALIA BAUTISTA

LAS ZAPATILLAS MÁGICAS


Las más pequeñas que fabriquen,

para un pie de dos años.

Eran rosas, de raso, la punta chata y dura,

con cintas que se ataban a mis pequeñas piernas.

Me las compró mi abuelo

porque yo caminaba de puntillas,

por si llegaba a ser

una figura de la danza.

Aquel futuro

tampoco se cumplió.



EL PESAJE DEL CORAZÓN


Que nadie por tu culpa haya pasado hambre,

haya sentido miedo o frío.

Que nadie haya dejado de vivir por tu culpa,

ni temido la muerte, ni deseado morir.

Que ninguno haya dicho tu nombre con espanto

o mirado tu rostro con desprecio.

Que los demás te lloren cuando partas.

Así tu corazón no habrá albergado el plomo

que lastra las mudanzas.

Así tu corazón será más leve

que la más leve pluma.



AGUA


Teníamos seis años y ella se iba a morir.

Le pregunté a mi madre por qué, si era una niña:

“La sangre se le está volviendo agua”.

Y yo pensé en las venas azules de sus sienes,

azules como el mar, como los ríos,

la lluvia y las piscinas.

Siempre pintábamos azul el agua.

Ella era delicada, blanca, rubia,

tenía dos hermanos menores y una madre

muy alta y muy embarazada.

Ella fue mi primera

idea de la muerte:

la sangre de las venas se convertía en agua,

por eso ella tenía

las venas de las sienes tan azules.



REVISIÓN GINECOLÓGICA


¿Embarazos?

Dos.

¿Partos?

Dos.

¿Vivos?

Dos.

Pienso de golpe en las que deben dar

respuestas menos uniformes

y humildemente doy las gracias.



SURSUM CORDA


A veces es muy fuerte la tentación, las ganas

de abandonarlo todo, de dejarse,

que ya no son edades, ya no es tiempo,

que ya está todo hecho, muy mal hecho.

Es fácil la pereza y es difícil

embarcarse de nuevo en la tarea

de rescatar las ilusiones.

Pero tú, corazón, sigue latiendo

mientras te deje el mundo.

Hoy es el día, hoy es el primer día,

y ya nunca seremos más jóvenes que ahora.



LISBOA


Sardinas y azulejos,

tranvías amarillos, aceras onduladas

con adoquines resbalosos

y tu mirada.

Librerías y fados

y castañas asadas.

Una lengua más dulce y más profunda,

y más triste también,

y tu lengua.

El Tajo, que ya es mar

y es herida y ventana.

Nuestra edad avanzando

y la asombrosa y rara juventud

que convocamos al cerrar la puerta.

Nuestro amor renovado

y pasteles de nata.